miércoles, 19 de mayo de 2010

TONY MELENDEZ

la musica y su influencia social

¨MUSIC POWER INFLUENCE¨

El "poder" de la música
Suele decirse que la música tiene el "poder" de manipularnos y controlarnos. Si esto fuera cierto, el determinismo skinneriano estaría en lo correcto al aseverar que no existe tal cosa como la elección o la responsabilidad personal. La música, junto con los demás "poderes" que se encuentran en nuestros entornos culturales, recibiría un crédito que no es legítimo.
"El hecho de que digan --primitivos y sofisticados por igual-- que la música, entre otras cosas creadas y culturales, tiene poder es más una cuestión de la dislocación de prioridades que de ninguna otra cosa".
Este tipo de creencias no solo estimulan una "dislocación de prioridades", sino que también estimulan una teología deficiente.
La Biblia nos dice que a principios de su relación, David tocaba música para el rey Saúl. En una ocasión, lo que Saúl escuchó lo calmó, y en otra ocasión los mismos sonidos lo enfurecieron. En realidad, sin embargo, las reacciones eran decisiones de Saúl. No era pasivo; no estaba siendo manipulado en ninguna ocasión por el "poder" de la música.
Gran parte del pensamiento contemporáneo adjudica la culpa del comportamiento aberrante (mala conducta sexual, rebelión, violencia, etc.) al supuesto poder intrínseco de la música para orquestar nuestras acciones. Algunos extienden esto al punto de creer que la música es una herramienta especial de Satanás, de forma que, cuando aparece este tipo de comportamiento, él es el culpable.

En la musica


La variada música desde la antigüedad hasta nuestro siglo no sólo ha destacado por la cantidad sino básicamente por haber planteado nuevos rumbos en cuanto a la relación obra-realidad, realidad en todo el sentido del concepto. El compositor queda más involucrado en las distintas etapas del producto final, desde la génesis sonora hasta ciertas condiciones acústicas, y muchas veces estéticas, de la sala de conciertos.
Hombre y música comienzan a fundirse, identificarse, cada vez más quedando el todo, por lo general, convertido en un fenómeno plenamente particular, no repetible. Dentro de esta íntima fusión está el ejecutante quien tendrá a su cargo ciertas decisiones que rematarán el acabado final.
Uno de los argumentos que predomina a lo largo del siglo XX es: "El libre pensamiento". El compositor ya no está dispuesto a acatar reglas escolásticas; no quiere decir esto que sistemáticamente las incumpla, sólo se da el tiempo necesario para revisarlas y discutirlas, rompiendo de este modo la atávica presión psicológica que sobre el sujeto produce cualquier escuela 'estructurada e inamovible'.
Resulta evidente que el Siglo XX pone fin a la hegemonía del funcionalismo de Rameau. Claro está que podemos encontrar antecedentes en el mismo Siglo XIX pero no habrán de ser lo suficientemente contundentes como para acometer tal empresa.
         Como contrapartida, el público queda mucho más distanciado de las nuevas corrientes estético-filosóficas; sin embargo es dable esperar, con los años, un paulatino acercamiento de éste para consolidar los cuatro actores vitales de la música.
El trabajo que estamos presentando, nos propone una vía sensata para la 'comprensión' de la
Historia de la Música ; escrito en estilo didáctico, casi coloquial, sin renunciar a los elementos técnicos, resultará de gran ayuda para aquellos que deseen acercamiento razonado y efectivo a un fenómeno del que somos partícipes necesarios aunque no del todo conscientes de su trascendencia y magnitud.

A nivel mundial...

Desde la antigua Grecia (en lo que respecta a música occidental) existen formas de notación musical. Sin embargo, es a partir de la música de la edad media (principalmente canto gregoriano) que se comienza a emplear el sistema de notación musical que evolucionaría al actual. En el Renacimiento cristalizó con los rasgos más o menos definitivos con que lo conocemos hoy, aunque -como todo lenguaje- ha ido variando según las necesidades expresivas de los usuarios.
El sistema se basa en dos ejes: uno horizontal, que representa gráficamente el transcurrir del tiempo, y otro vertical que representa gráficamente la altura del sonido. Las alturas se leen en relación a un pentagrama (un conjunto de cinco líneas horizontales) que al comienzo tiene una "clave" que tiene la función de atribuir a una de las lineas del pentagrama una determinada nota musical. En un pentagrama encabezado por la clave de Sol en segunda línea nosotros leeremos como sol el sonido que se escribe en la segunda línea (contando desde abajo), como la el sonido que se escribe en el espacio entre la segunda y la tercera líneas, como si el sonido en la tercera línea, etc. Para los sonidos que quedan fuera de la clave se escriben líneas adicionales. Las claves más usadas son las de Do en tercera línea (clave que toma como referencia al Do de 261,63 Hz, el Do central del piano), la de Sol en segunda (que se refiere al Sol que está una quinta por encima del Do central), y la de Fa en cuarta (referida al Fa que está una quinta por debajo del Do central).
El discurso musical está dividido en unidades iguales de tiempo llamadas compases: cada línea vertical que atraviesa el pentagrama marca el final de un compás y el comienzo del siguiente. Al comienzo del pentagrama habrá una fracción con dos números; el número de arriba indica la cantidad de tiempos que tiene cada compás; el número de abajo nos indica cuál será la unidad de tiempo.
Para escribir las duraciones se utiliza un sistema de figuras: la redonda (representada como un círculo blanco), la blanca (un círculo blanco con un palito vertical llamado plica), la negra (igual que la blanca pero con un círculo negro), la corchea (igual que la negra pero con un palito horizontal que comienza en la punta de la plica), la semicorchea (igual que la corchea pero con dos palitos horizontales), etc.. Cada una vale la mitad de su antecesora: la blanca vale la mitad que una redonda y el doble que una negra, etc..

La musica

La musica
La música es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armoníaritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos. El concepto de música ha ido evolucionando desde su origen en la antigua Grecia, en que se reunía sin distinción a la poesía, la música y la danza como arte unitario. Desde hace varias décadas se ha vuelto más compleja la definición de qué es y qué no es la música, ya que destacados compositores, en el marco de diversas experiencias artísticas fronterizas, han realizado obras que, si bien podrían considerarse musicales, expanden los límites de la definición de este arte. y el
La música, como toda manifestación artística, es un producto cultural. El fin de este arte es suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, etc.).

Las definiciones parten desde el seno de las culturas, y así, el sentido de las expresiones musicales se ve afectado por cuestiones psicológicas, sociales, culturales e históricas. De esta forma, surgen múltiples y diversas definiciones que pueden ser válidas en el momento de expresar qué se entiende por música. Ninguna, sin embargo, puede ser considerada como perfecta o absoluta.
Una definición bastante amplia determina que música es sonoridad organizada (según una formulación perceptible, coherente y significativa). Esta definición parte de que —en aquello a lo que consensualmente se puede denominar "música"— se pueden percibir ciertos patrones del "flujo sonoro" en función de cómo las propiedades del sonido son aprendidas y procesadas por los humanos (hay incluso quienes consideran que también por los animales).